2030: Una odisea en La Tierra

En 2015, los Gobiernos de 195 países llegaron a un acuerdo de escala mundial para impulsar y contribuir con lo que aquella COP21 denominó Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 17 objetivos que deberían marcar la agenda mundial de los siguientes 15 años, y alcanzar un 2030 encontrando un mejor planeta y una sociedad más humana.

Desde entonces el mundo ha seguido avanzando, tratando de alcanzar sus propios objetivos, y en estos años se han producido algunos cambios que han alterado el gran consenso adoptado en 2015. Los países más contaminantes del mundo han decidido rehusar de cualquier compromiso adquirido por sus Estados mientras que, la sociedad civil, cada día parece estar más concienciada de que algo tenemos que hacer para evitar tragedias climáticas y reducir la enorme brecha social que divide el mundo en dos partes, el 1% que tiene lo que el 99% necesita (Joseph Stiglitz).

Estrenado el 2020 nos encontramos con que han pasado casi 5 años y la conciencia global sobre la contribución a un mejor mundo sigue estando en capas muy superficiales de nuestra sociedad. Las grandes empresas españolas han empezado a alinearse con los ODS, como indica el comunicado de progreso del 2019 de la Red Española del Pacto Mundial; Aunque el 86% de las empresas del Ibex 35 incluyen información sobre los ODS en las memorias de sostenibilidad, tan solo el 20% de éstas mide y evalúa su contribución, y sólo se puede (quiere) mejorar aquello que se mide.

Así mismo, en 2019 se firmaron acuerdos entre la Red Española del Pacto Mundial y los agentes sociales para facilitar el despliegue de los ODS en la vida económica e iniciar la aplicación de metodologías de medición para evaluar la contribución de las empresas a los ODS. Pero, ¿realmente se conseguirán alcanzar las metas planteadas en los ODS en 2030 siguiendo el mismo ritmo de despliegue que se ha seguido hasta ahora?

En mi opinión, la principal vía para conseguir cualquier meta a escala global es la concienciación individual de cada una de las personas que habitan nuestro planeta. Utilizando adecuadamente la tecnología para incorporar en los procesos de decisión de compra indicadores no financieros que sean capaces de mover el consumo a bienes y servicios económicamente más ventajosos, teniendo como variables de juicio muchas más que el precio, la imagen de marca y la reputación de la compañía.

Del mismo modo, cada ciudadano es un agente de cambio. Todos, desde nuestra vida personal como económica y profesional, podemos contribuir con alguno de los 17 ODS con acciones individuales que pueden ir desde una promoción del bienestar y hábitos de vida saludables (ODS3), fomentando la igualdad de género (ODS5), generando nuestra propia energía a través de autoconsumo eléctrico o adquiriéndola con garantías de origen renovable (ODS7), generando entornos de vida más amigables para las personas (ODS11) y por supuesto impulsando un consumo responsable (ODS12).

En estos poco más de 10 años, tenemos el enorme desafío de cambiar los modelos y hábitos sociales que han conformado el estilo de vida “desarrollado” de los últimos 150 años. Además, caminamos hacia un nuevo mundo incierto, donde los cambios disruptivos de la inteligencia artificial, machine learning, criptomonedas, nuevos materiales, redes de comunicación, uso de big data, biotecnología y un sinfín de nuevas aplicaciones y cambios nos impide que veamos el nuevo modelo con mayor claridad.

No obstante, la idea que subyace en los ODS, no es un invento para que las grandes corporaciones sigan haciendo lo mismo que hasta ahora, pero con más aceptación social. De la misma manera, tampoco es la excusa que nos lleve a los ciudadanos a seguir ajenos y al margen de los problemas globales. Es un compromiso con todas las personas que habitan La Tierra para conformar un modelo de vida, social y económica, más sostenible y más comprometido con el bienestar general.

El Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres afirmó en Davos que estamos perdiendo la carrera por el planeta y que quién realmente está en riesgo por el cambio climático es la Humanidad tal y como la conocemos, ya que el planeta nos sobrevivirá a todos. Esta carrera tiene una primera meta volante en 2030 y la gran incógnita que nos debería invadir es si durante estos 10 años seremos capaces de recorrer a tiempo el viaje para reedificar nuestra casa y convertirla en un lugar más sostenible para las más de 7 mil millones de personas que la habitan.

Política y elecciones: “Quién está más loco, el loco, o el loco que sigue al loco”.

bandera aragon

Esta famosa frase pronunciada por Obi-Wan Kenobi en la película original de Star Wars lleva varios meses resonando en mi cabeza cada vez que me intereso por la situación política aragonesas. Encuestas, intenciones de voto y proyecciones de resultados han sido la común de las noticias durante el largo periodo electoral que hemos vivido esta primavera y, como si fueran un faro guía, han tratado de conducir al fiel rebaño electoral a los resultados que anunciaban.

Detrás de todas estas estadísticas siempre aparecía alguna frase triunfal, grandilocuente, de políticos autoproclamados herederos de alguna historia interesadamente alterada para que encaje en los intereses del mensaje que se quería comunicar. Esos titulares cuando son pronunciados pretenden llamar a la acción instantánea, y sumisa, a aquellas personas que tienen a bien tener el canal abierto para ese mensaje.

Es la política del loco que sigue al loco. No hay reflexión interna, autocritica, visión general de los problemas, todo se simplifica para la búsqueda de una solución sencilla para hacernos pensar cómo no se había hecho antes, con lo fácil que es solucionar este problema. Pero el mundo es complejo, hay muchas opciones además del binario blanco o negro, sí o no, conmigo o contra mí.

Esta situación es consecuencia de que sigue existiendo el problema de fondo en el seno de los partidos políticos. Bajo el lema de renovación se han planteado cambios de imagen, pero no de fondo. La idea de la democracia interna del partido no ha cambiado; no hay debate ni crítica interna, porque el que se mueve no sale en la foto. Cuando surgen discrepancias se entierran, eliminando de cualquier puesto de responsabilidad, representación o de debate interno a aquellas personas que no piensan como el vencedor. Es el resumen de las guerras pasadas, con la discrepancia y el enfrentamiento solo podía haber victoria total. Además, este comportamiento no entiende de siglas, de colores o fronteras. Muchos ejemplos en política aragonesa y muchos más en la política nacional e internacional.

No obstante, como indica una famosa frase, la calidad de una democracia se mide por la forma en la que trata a sus minorías, hay que integrar todas las visiones de las políticas ideológicas en el debate, tanto del problema como en el de la búsqueda de la solución. Esto evitaría que personas, por el mero hecho de pensar diferente, se queden fuera del tablero del juego público.

Se trata de romper la espiral del silencio que injustamente entierra discursos, opiniones, ideas, y hasta en el caso aragonés, entierra la propia historia, convirtiéndola en un artificio irreal que nada tiene que ver con lo que los historiadores dicen que pasó. No hay contextos pasados, todo se reinterpreta bajo nuestro foco actual. Todo está al servicio del discurso único, cualquier cosa que contribuya a reforzar su mensaje sirve.

Así que, a las puertas de otras elecciones municipales y autonómicas, nos encontramos en Aragón donde, por desgracia, la minoría oprimida, esta vez, es el propio Aragón. El aragonesismo está en retirada, lleva años huyendo de su propio ser, de su propia reivindicación histórica de ser más autónomo, menos dependiente de un Estado español, y más abierto al mundo.

No puedo llegar a concebir como, los partidos aragonesitas, se enfrentan, otra vez más y ya llevan varias elecciones, a sus peores resultados de la historia en un ambiente donde cualquier nuevo “líder” se cubre de una bandera de esas que están de moda y se garantiza el voto incondicional sin que se analice en profundidad su mensaje.

Espero, con más ilusión que objetividad, que en estas elecciones se dé un vuelco a las encuestas que conducen a partidos desnaturalizados en el contexto político aragonés a tener representación y peso específico en la vida política diaria de nuestra tierra. El futuro debe ser de los y las aragonesas y la política que se haga debe ser por y para ellos y ellas. Es parte de la responsabilidad que tenemos para con las generaciones que vivan en Aragón en los próximos años.

En mi opinión, Aragón, el aragonesismo y su legado político, se merecen un futuro vivo y lleno de autonomía y creo que solo se puede conseguir desde la poderosa palanca del voto aragonesita. Que en estas elecciones, ¡ningún voto se vaya fuera de Aragón!

20D Elecciones generales y crisis del aragonesismo

bandera aragon

El próximo 20 de diciembre nos enfrentamos a unas nuevas elecciones generales. Cuatro duros y largos años han pasado y debate tras debate vemos que nos encontramos en la misma situación que en el 2011, con una crisis que impide trabajar a millones de españoles, con problemas de financiación de las instituciones de nuestro Estado del Bienestar, clima de hostilidad política, corrupción y un sinfín de otras cuestiones que nos atenazan día tras día desde hace ya mucho tiempo.

Pero en Aragón, me atrevo a decir que estamos peor si cabe, porque sufrimos los mismos contratiempos que el resto de nuestros compatriotas del Estado pero con un serio y peligroso agravante autonómico y es que, en Aragón, el aragonesismo está en crisis.

¿Y por qué creo que esto empeora la situación de Aragón con respecto al resto de territorios? Muy sencillo, siendo el 3% de la población del estado, sin cauces claros de defensa del aragonesismo, lamento mucho decir que vengan de donde vengan, se pinten del color que quieran y se junten con cualquiera de los partidos autonómicos, los partidos estatales no nos resuelven ninguno de nuestros problemas.

Problemas de despoblación, envejecimiento, costes elevados para proveer de servicios a todos los ciudadanos y ciudadanas aragonesas, apertura del Canfranc, defensa de nuestra historia y valorización de nuestra cultura. Somos una Nación con más de 1000 años de historia que se diluye como la nada en el devenir de los tiempos.

La crisis del aragonesismo, como todas las crisis, surge porque lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. Necesitamos urgentemente renovar y refundar el aragonesismo, que entronque con nuestros valores más originales, que resuelva nuestros problemas actuales, pero que relance a Aragón y a los aragoneses hacia el futuro.

Urge construir ese nuevo aragonesismo y para ello, bajo mi humilde perspectiva, es necesario que repose, al menos, en cuatro puntos imprescindibles como son, el aragonesismo político, el histórico-cultural, el social y el económico.

Para ello es necesario dar cuerpo y sentido a cada pilar fundamental contando con todas las personas que sienten y aman Aragón. Desde el aragonesismo político debemos dar cuerpo a nuestras instituciones, creernos que somos capaces de autorregularnos y que nadie mejor que nosotros mismos entiende, comprende y plantea soluciones legales a nuestra realidad. Para ello es necesario dotar de identidad política a nuestros partidos, y que no sean comparsas de ideologías que nada tienen que ver con los planteamientos políticos aragonesistas.

En segundo lugar el aragonesismo histórico-cultural debería poner en valor lo que somos, para ello debemos comprender y defender nuestra historia, porque un pueblo que olvida su pasado no tiene futuro. El nombre y los valores de la Corona de Aragón debería estar impregnado en todo nuestro saber, de igual modo todos los acontecimientos socio-culturales que a lo largo de los 1000 años de historia han forjado al pueblo aragonés.

El aragonesismo social supone entender la solidaridad de un pueblo para con sus vecinos. En Aragón nadie sin atender y nadie sin apoyar, para que nadie se quede atrás y que de esta crisis los aragoneses no salgamos más desiguales. Hacer esto en Aragón con sus 48.000km2 es más caro que en otras zonas más densamente pobladas, por eso debemos dotar de una cuarta parta esencial al aragonesismo, que es el componente económico.

La patronal aragonesa debe cobrar identidad, la hacienda autonomía y las estrategias económicas públicas deben repartir la riqueza y no deben ser objeto de debate político cada cuatro años. Y en este punto aparece la pieza fundamental; la reapertura del Canfranc para tránsito de mercancías. Porque mientras discutimos si TCP si o no, si por esta comarca u otra, o si es solo una reivindicación romántica o no, en Cataluña se invierte y construyen vías para que todo el tráfico de mercancías del estado español con Europa pase por sus costas.

Con esto llegamos a la fecha electoral, 20D, en la que nuevamente volvemos a votar y celebrar la expresión palpable de la democracia, pero permítanme recordar que el 20 de diciembre también se conmemora una de las instituciones aragonesas más importante. Es el día del Justicia de Aragón, figura que representa la defensa a ultranza de nuestros derechos y libertades como pueblo.

Ese día me gustaría pedir a los que creen y defienden un Aragón más autónomo que recuerden su figura y los valores que representa, que realicemos una reflexión de presente y futuro, y tomemos consciencia que el 21 de diciembre, en el aragonesismo, está todo por hacer, porque como decía el magnífico José Antonio Labordeta “de un tiempo a esta parte, vamos camino de nada”

 

justicia de aragon

Una vida sin órganos

democracia griega

En pleno siglo XXI vivimos pendientes de todo tipo de nuevos avances, médicos, tecnológicos, biomecánicos, nanotecnológicos, y un sin fin de nuevas disciplinas nacidas al calor de la ciencia y el progreso, pero por mucho que nos empeñemos, de momento, los seres humanos no podemos vivir sin órganos.

Algo parecido pasa en política, que por muy moderna, innovadora y aparentemente renovada que se quiera mostrar una organización, sin los órganos correspondientes a la propia estructura interna del partido, éste no puede sobrevivir. Aun así, hay algunos que pretenden intentarlo, y como no me gusta hablar de casas ajenas (que cada uno tiene lo suyo) hablo de la mía propia, de sus carencias y necesidades, y de por supuesto de cómo, bajo mi perspectiva, podría y debería mejorar si pretende ese objetivo perseguido por todos como es la renovación política.

Aquí nos encontramos, a falta de poco más de un mes para unas elecciones generales, y el Partido Aragonés patas arriba, con un Congreso vivido en junio en el que por un lado unas pocas voces reflexivas planteábamos la necesidad de un cambio renovador real, desde la base de las ideas, el consenso, el dialogo y sobre todo desde el más absoluto respeto a los órganos y por otro lado los más, conformes con un sistema cuasi presidencialista que otorgaba más peso a menos personas del partido y que salvo contadas circunstancias (como la concurrencia a unas elecciones en coalición) se dejaba a la interpretación del presidente y sus elegidos.

Así pues, junio, congreso del Partido Aragonés, supuestamente el congreso de la renovación y con un mandato estatutario, es decir la Ley fundamental que rige las normas del partido: constituir los nuevos órganos. 90 días después y tras varios «apaños» institucionales bastante defectuosos llegamos a la obligatoria constitución de los órganos. Ejecutiva, foto, calendario y nota de prensa después, nos encontramos en noviembre, sin órganos constituidos, ni se les espera, y una supuesta decisión de coalición electoral para concurrir a las elecciones generales con la supuesta promesa de, unos cuantos senadores para Madrid y a vivir que son dos días. Y todo esto sin órganos.

Y claro, yo que me creo esto de la democracia, e incluso lo de democracia interna, no entiendo un partido que verbalice su renovación en base a la calidad democrática de sus decisiones, porque estas decisiones se demuestran actuando, no en pomposas representaciones rodeados de nuestros seguidores. Las decisiones que afectan a todos deben ser tomadas por todos, o por lo menos por aquellos instrumentos con los que nos hemos dotado para encauzar la participación política interna del partido.

Y es que, si exigimos un respeto a las instituciones por el valor intrínseco que tienen para poder desarrollar el sistema democrático, debemos exigir ese mismo respeto por los órganos internos de los partidos. A todos se nos llena el discurso de argumentos cuando vemos a políticos catalanes saltarse la constitución o las leyes que rigen el funcionamiento de determinadas instituciones, pero callamos al ver cómo, eso mismo, pasa dentro de nuestras propias instituciones, de nuestros partidos políticos, y es que, si uno no se lo cree en su foro interno difícilmente lo va a poner en práctica cuando le toque.

No seré yo quien juzgue la conveniencia o no de que el Partido Aragonés vaya en coalición con otro partido político, ya que para eso, deberían estar los órganos. Tampoco seré yo quien critique que la decisión se reduce a menos personas del partido, ya que, como digo, respeto la decisión de los órganos, y en este caso, muchos compromisarios aceptaron que esto fuera así en el máximo órgano del PAR, como fue su Congreso Nacional. Pero sí que me gustaría recordar, como reflexión personal, el título de un articulo de opinión que tuve la suerte de ver publicado en Heraldo de Aragón el 6 de septiembre de 2011 con motivo de la reforma exprés de la Constitución española «La democracia no se vende«. Del mismo modo que la democracia, un partido político tampoco se vende.

Y por si esto no fuera poco, de todo este proceso interno del Partido Aragonés y de la situación coyuntural actual que estamos viviendo en Aragón el gran perjudicado es, el aragonesismo. Vamos a abordar unas nuevas elecciones generales pensando, nuevamente, que en los centros de decisión política de los partidos estatales, Aragón va a estar presente, y lo siento, aragoneses y aragonesas, me temo que ni a un gallego, catalán, canario o vasco, Aragón le importa tanto como su propia tierra, y por supuesto a los representantes políticos de Aragón de los partidos estatales, anclados en su sistema de disciplina parlamentaria, me temo que no les va a temblar el pulso para votar en contra de los intereses de su tierra, Aragón.

El sentimiento aragonesista está dormido, tal vez sedado y cada vez cobra más fuerza aquella frase del gran José Antonio Labordeta «de un tiempo a esta parte, vamos camino de nada» y aquí toca hacer una profunda reflexión individual, ¿qué Aragón político queremos? y por extensión ¿qué vamos a pedir a los partidos políticos aragonesistas para que hagan realidad ese gran sueño económico, social y político llamado Aragón?

bandera aragon

 

¿Por qué voy hacia Esparta?

Una buena reflexión sobre cómo la gestión correcta de nuestras emociones puede impulsarnos a crecer en la vida, y sobre todo animarnos a tomar el control de nuestro destino y no esperar a que nadie nos resuelva nuestras dudas, miedos y problemas.

espero que la disfrutéis.

El Principio de un Comienzo

«Jamás dejes que las dudas paralicen tus acciones. Toma siempre todas las decisiones que necesites tomar, incluso sin tener la seguridad o certeza de que estás decidiendo correctamente” dice Paulo Coelho.

Camino a Esparta¡¡No sé si lo conseguiré!!

No voy a hablar de tirar la toalla, de las dudas, de que tengo miedo y que el mundo “Happy Flower” es una tontería. Al revés.

Hoy voy a darles protagonismo a ellas, a los denotados miedos, vergüenzas y dudas que tenemos en la vida y que nos dicen que tenemos que tapar. Nos recomiendan que las tapemos en todo proyecto que empezamos, porque si no lo acabaremos, que tiraremos la toalla a la primera de cambio.

¿Pero qué pasaría si en vez de hacer eso, las aceptáramos, las viviéramos y aunque nos dieran “por culote” en algún momento del camino, siguiéramos adelante?

Siempre me acordaré de ese día…

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