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Las comisiones revolucionarias de la banca

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Hoy por la mañana, temprano porque a otra hora  no se puede, me he dirigido a la oficina de la caja-banco aragonesa en la localidad donde vivo, Almudévar, con la única misión de hacer un ingreso en efectivo en una cuenta de la entidad. Y cuál es mi sorpresa cuando me dicen que, por ingresar efectivo, no un  cheque, ni una transferencia a otra entidad en las que entiendo que existe algún riesgo financiero, no; Efectivo, me informan que esta operación tiene una comisión. Evidentemente me he negado a hacerla y ya pagaré que estoy seguro que el acreedor me pondrá más facilidades para hacerlo en mano.

Pero no sólo me he negado por una cuestión económica, sino porque entiendo que aquí existe una connotación social muy profunda. Esta práctica es generalizada de casi todas las entidades financieras, por tanto me niego a pagar una comisión revolucionaria a cajas-bancos que están siendo subvencionadas por el Estado, no nos olvidemos que el Estado somos todos, me niego a contribuir con entidades que desahucian a la gente mientras les cobran dinero por hacer ingresos en sus propias entidades, y me niego a contribuir con la barra libre a la banca.

Parece que los deseos de la banca no tienen fin y es que la avaricia como leitmotive no les permite ver que además de ser culpables absueltos de la crisis están siendo verdugos de una sociedad cada vez más asfixiada.

En mi opinión nunca tuvo tanto sentido la expresión “impuesto revolucionario” como lo que está realizando la banca en la actualidad, cobran peajes a todos los usuarios para seguir pagando desmanes y excesos, propios y de sus amigos. Pero en este caso, lo que más lamento es que sea nuestra gran caja-banco aragonesa la que se haya sumado a estas prácticas, cuando lo que debería hacer es seguir dando el servicio que se presuponía a las cajas de ahorro, generando cobertura y respaldo a los ciudadanos sin que tengan que sufrir el coste de la revolución capitalista.

1º de Mayo. El día de la reflexión.

1º mayo

Hoy es 1º de Mayo, fecha en la que se conmemora la lucha obrera desde que en EEUU durante un proceso de huelgas ejecutasen a varios de los huelguistas que reclamaban, allá en el final del Siglo XIX, «8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de formación». ¡Qué lejos queda el siglo XIX! Mucho se nos dice que la sociedad ha avanzado, pero aunque sobre el papel este planteamiento utópico en su origen sea una realidad la verdad laboral diaria de aquellas personas que tienen empleo es bien distinta. No tenemos que irnos a países tercermundistas dónde se trabajan 12 o 14  horas, por míseros salarios en condiciones deplorables, no, no tenemos que irnos porque ya se van las empresas que, supuestamente, crean valor en el denominado Primer Mundo. El ejemplo más cercano es que en la tragedia de Bangladesh se trabajaba para firmas en las que compramos habitualmente; Inditex, Primark y El Corte Inglés, de una manera u otra se han visto salpicadas por este hecho ya que en multitud de medios se les asigna parte de la producción, y por tanto parte de la responsabilidad.

Pero claro, esto nos pilla muy lejos a los humildes trabajadores y ciudadanos del acomodado Primer Mundo con lo que, lo menos que podemos hacer es conseguir que se cumplan todos los derechos conseguidos tras siglos de entrega y sacrificio de millones de personas y castigar democráticamente a aquellas empresas y administraciones que incumplan estas mínimas bases del sistema laboral y social. Por tanto nuestro papel en el Siglo XXI no es el de meros trabajadores que cumplen sus obligaciones y defienden sus derechos, sino que el verdadero papel de la sociedad civil es extender sus reivindicación en todo el prisma social.

Multitud de autores hablan de los nuevos votos en democracia son los dolares, o euros. Eso significa compra responsable y ver más allá de lo que me conviene individualmente como consumidor, trabajador o miembro de la sociedad. Y justo aquí, en esta precisa reflexión es donde se encuentra nuestra verdadera falla como sociedad. Durante años hemos pecado de individualismo, egoísmo y avaricia dejando a un lado los asuntos colectivos o concernientes al conjunto de la sociedad y lo estamos pagando.

La actual clase política no es más que un reflejo y una consecuencia de este hecho. Demasiados años haciendo lo que querían, sin que nadie protestase, les hiciese una manifestación particular llamada «escrache» o simplemente diese su opinión porque a todos nos iba, aparentemente, bien. Por tanto haciendo autocrítica y asumiendo nuestros propios errores, para poder afrontar el futuro con decencia, tenemos que decir que en parte tenemos lo que hemos permitido. Digo permitido porque en nuestra mano está cambiarlo todo, por eso, ¡asumamos nuestros errores y manos a la obra, tenemos que construir nuestro futuro!.

Y este futuro pasa por una movilización constante de la sociedad civil, no estamentada, dejemos a un lado las diferencias y veamos que necesitamos trabajar conjuntamente y tomar partido en la sociedad de manera desinteresada individualmente para obtener beneficio colectívamente y ahora mismo esto pasa por tomar la democracia. Los trabajadores, obreros, clase media, pobres o como nos queramos denominar tenemos que asaltar los partidos políticos y las instituciones, tenemos que involucrarnos en la vida política, siendo políticos, haciendo política, porque sólo con alternativas al cambio podremos forjar nuestro futuro.

Toca tomar el Palacio de Invierno, pero con el más absoluto respeto a la democracia, servirnos de ella para ganar, porque nosotros somos mayoría, nosotros podemos rediseñar los partidos para que sean instrumentos válidos para la sociedad en general, podemos reformar las instituciones, desde las más próximas, ayuntamientos y comarcas, podemos y debemos sembrar el germen del cambio general. Podemos mejorar la administración para que sea más eficiente, porque nosotros sí sabemos que es lo verdaderamente importante en nuestro Estado del Bienestar.

Solo nos falta la confianza y la firme convicción que juntos podemos, que todos unidos, sin que nadie sea más que nadie y trabajando desde la diversidad por un mismo fin podremos hacer realidad el sueño del cambio, podremos crear una sociedad más justa y equitativa.

La verdadera geración perdida

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La generación del “naranjito”, que abarca desde mediados de los 70 hasta mediados de los 80, estaba llamada a ser la mejor y más preparada de la historia del castigado estado español, en cuyo recuerdo está el triste atraso provocado por los siglos XIX y gran parte del XX.

 

Hemos crecido con todas las oportunidades que nuestros padres han sido capaces de entregarnos. Con toda la vida sacrificada en que sus hijos tuvieran más y mejores cosas, la clase trabajadora se sumergió en la cultura de más y más. Siempre era necesario tener más; más casas, más coches, más dinero y todo ello con la idea de: El que más posesiones tiene es el que triunfa en la vida.

 

Así pues, la borrachera del tener nos hace despertarnos con una resaca difícil de recuperar, pero no por ello imposible. Somos jóvenes y muy preparados, en multitud de estados están ansiosos por recoger los frutos de nuestra concienzuda formación; enfermeros/as, ingenieros/as, médicos/as y un sinfín de profesionales cualificados están mejor cotizados en el mercado extranjero que en el doméstico.

 

Esta amenaza que supone la emigración debe ser la clave de nuestro progreso. Debemos conseguir el clima adecuado para que las personas decidan emprender su camino profesional dentro de las fronteras estatales, pero con miras al mercado global. Ni el estado español en general, ni Aragón en particular se puede permitir una pérdida de valor humano; No sólo estaríamos hipotecando nuestro futuro como sociedad, sino que también estaríamos tirando por tierra todo el esfuerzo realizado por nuestros padres y madres que convirtieron una sociedad pobre y falta de oportunidades para la mayoría, en lo que hoy conocemos como Estado del Bienestar.

 

Y precisamente aquí es donde empieza la verdadera generación perdida, el boicot constante tanto al Estado del Bienestar como a la descentralización administrativa y de servicios, la deplorable actuación de una parte de la clase política salpicada de corrupción y deslealtad al pueblo, hace que nos enfrentemos a un reto aún mayor que el de nuestros padres.

 

Debemos dar estabilidad emocional, institucional y de confianza a la generación 3.0, los “nativos digitales”, que ven como la sociedad les da la espalda, les niega becas para estudiar, les impide tener una formación pública adecuada, una justicia equitativa e igualitaria, les obliga a contribuir con Hacienda mientras que los gobernantes la evitan, una Monarquía transformada en empresa privada que, supuestamente, nos roba, una administración obsoleta, lenta e ineficaz y en definitiva un derrumbe de las instituciones que garantizan el Contrato Social con el pueblo.

 

Todo ello visto desde la perspectiva del que no conoce más, no tienen una referencia positiva de lo público, ni de la política, tan sólo mensajes negativos que inundan sus mentes. Añadido a esto las tecnologías de la información han rediseñado la sociedad sin que los “inmigrantes digitales” nos demos cuenta, acelerando todos los procesos y modificando los cimientos sobre los que estaba establecido nuestro sistema.

 

Por esto, creo que la verdadera generación perdida está ahora formándose, creciendo y aprendiendo en un sistema caduco, que se resigna a evolucionar y que además ataca a la nueva forma de sociedad.

 

Nosotros crecimos bajo la protección de un sistema que nos garantizaba un futuro, pero en la actualidad el sistema condena, persigue y ahoga a las familias de la clase trabajadora. Debemos corregir el rumbo para que esta generación no crezca con miedo, resignación y odio hacia todo aquello que forma una sociedad.

 

Todos con la ROJA

Resulta curioso que el rescate del estado español sea efectivo el mismo fin de semana en el que empieza la Eurocopa de fútbol, y digo curioso por no decir sospechoso, pues la situación española no ha empeorado mucho más de lo que estaba durante estos meses atrás.

Pero ante la inminente llegada de dinero fresco proveniente de Europa me pregunto cuáles van a ser las exigencias, ya que llevamos muchos meses de esfuerzos (recortes) y me temo que no serán suficientes.

El dinero llama al dinero y la banca siempre gana, así que nos tendrán que decir a los pobres cuánto tenemos que contribuir para que los ricos y los bancos se lleven su tajada, pues en esta Europa del Siglo XXI nadie ayuda a nadie sino hay una buena rentabilidad.

En este marco político de confrontación financiera europea tenemos un estado español que ha adoptado de facto un gobierno centralizado, donde los gobiernos autonómicos tan apenas pintan nada (sólo para aplicar recortes) y las comunidades autónomas que tradicionalmente son más reticentes a la centralización se alinean en los aspectos económicos con el gobierno central, a riesgo de ser fagotizadas por éste.

Aragón no es una excepción, contamos con una delegada de gobierno investida por las Cortes de Aragón y respaldada por un partido autonómico que anda con la cabeza desorientada. El sentimiento aragonesista es desprestigiado y todo el camino recorrido de dialogo y convivencia se torna en amarga imposición e intolerancia.

Por todo ello tenemos que hacer una reflexión profunda sobre el punto político en el que nos encontramos y el lugar dónde los aragoneses queremos llevarnos. Parafraseando una canción de José Antonio Labordeta “de un tiempo a esta parte vamos camino de nada”

 Esperemos que surjan personas que retomen la ilusión y convicción de construir el Aragón que nos merecemos, lejos de imposiciones desde Madrid, Bruselas o Berlín, donde la voz del pueblo sea oída y las decisiones que nos repercuten las asumamos nosotros mismos con responsabilidad.

Y en medio de esta delicada situación nos encontramos con el torneo del verano, ese que tantos han esperado y que tan pocos nos sentimos indiferentes. Parece que ahora todos tengamos que apoyar a la selección española, todos somos uno, todos con la roja.

Pero nos olvidamos que nuestros problemas siguen ahí, que ningún equipo de fútbol nos va a solucionar nuestras grandes dificultades y de que, mientras millones de personas sienten y sufren con la roja, también millones de “españoles” sienten y sufren las consecuencias del desempleo, marginación y pobreza para los que la Eurocopa les pilla muy lejos y para la prensa no dedica ni un minuto de su tiempo.

Jesus Alijarde

Lo primero es el empleo

Bajo este lema se presentaba el ahora Presidente del Gobierno D. Mariano Rajoy, bajo este lema le votaron millones de españoles con la esperanza de encontrar una solución a la crisis del empleo que llevamos sufriendo desde el año 2008, sí cuando esto era un desacelerón.

Pasados ya más de dos meses observamos que todo sigue igual, o peor; El paro sigue creciendo, la sanidad publica está atacada por múltiples flancos y para colmo nos van a Comulgar (por lo de la ostia) con una reforma laboral que va a permitir generar empleo sin derechos, o mejor dicho terminar de destrozar el que actualmente existe para de golpe y porrazo retroceder unos 35 años o más.

Señores de los gobiernos; Sí, hay que generar empleo. Sí, hay que aumentar la productividad y la competitividad de nuestras empresas, pero no conviertan al estado español en la sombra de países como China o India donde todo vale para sumar en macroeconomía mientras las calles se llenan de desahuciados, indefensos ante un mercado que los devora sin compasión.

Si algo se tuvo que aprender de los 50 primeros años del siglo XX es cómo no se deben hacer las cosas en economía mundial, y de la otra mitad de siglo es que con la colaboración y cooperación internacional se superan diferencias y problemas históricos para el beneficio de las personas que vivimos en estos tiempos.

Por eso desde aquí quiero recordar o por lo menos mencionar a todas las personas que nos han permitido estar en el punto en el que estamos, y con ello reflexionar en la forma en la que estamos avanzando, con este nuevo gobierno y con el anterior, hacia un mundo más egoísta, insolidario y cruel. Debemos hacer honor a la memoria colectiva e individual de todos ellos para poder enderezar el rumbo de este alocado mundo en el que parece ser que la única brújula válida es el dinero.

Jesús Alijarde